La máxima fertilidad de la mujer está entre los 18 y 29 años. Después de los 30 la fertilidad declina progresivamente, y este descenso se acelera al acercarse a los 40 años. Es por eso que lograr el embarazo después de los 35 años puede ser difícil.
La criopreservación de ovocitos permite postponer el embarazo por la razón que fuera: para desarrollar una relación de pareja estable, continuar con la educación o por motivos profesionales. También es una alternativa para preservar la fertilidad en pacientes que deben realizar tratamientos con impacto en la fertilidad como la quimioterapia.
Antes de realizar un tratamiento de criopreservación de ovocitos, es necesario evaluar la reserva ovárica, es decir, el potencial de óvulos disponibles. Realizamos estudios hormonales en sangre (FSH, LH, estradiol, hormona antimulleriana) y ecografía transvaginal con recuento de folículos antrales.
Para obtener la mayor cantidad posible de ovocitos maduros, estimulamos al ovario con medicamentos que se aplican mediante autoinyección, con una aguja muy fina, durante aproximadamente 10 a 14 días.
Mediante ecografía transvaginal monitoreamos como van creciendo los folículos. Por lo tanto, mientras la paciente se aplica la medicación, debe concurrir al consultorio unas 3 o 4 veces.
Cuando los folículos alcanzan un tamaño adecuado se programa la punción ovárica para aspirar los ovocitos. La punción ovárica se hace a través de una aguja que está adosada al transductor transvaginal del ecógrafo. El procedimiento en general se hace bajo sedación, no duele, y tarda unos 20 minutos. Rápidamente puede retomarse la actividad habitual.
Los ovocitos obtenidos en la punción son entregados a los embriólogos en el laboratorio, quienes a través de la técnica de “vitrificación” los criopreservan para ser utilizados más adelante.